Cada vez más, el cambio climático causa mayores daños en los recursos hídricos españoles. Este verano se han visto, incluso, restricciones de agua en Galicia, región lluviosa por excelencia, además de Andalucía y otras zonas.
La sensibilidad de nuestro país por el agua se puso de manifiesto en la expo de Zaragoza de 2008, que se dedicó, precisamente, al agua y al desarrollo sostenible.
Han pasado los años y parece que no se ha avanzado mucho, porque si nos atenemos a datos europeos sobre el estrés hídrico europeo, España ocupa el tercer lugar. Tiene un 70 % del territorio en peligro de desertificación. Y esto tiene consecuencias desastrosas para la población si llegamos así al 2050: 27 millones de españoles estarán en peligro de sufrir escasez de agua en esa fecha.
Así pues, el objetivo es atacar este problema cuanto antes: la Agenda 2030 es un programa muy ambicioso y que incluye muchas estrategias, no solo para solucionar el problema del agua, sino para atajar cualquiera que ponga en peligro la lucha contra el cambio climático. Esta Agenda 2030 entra de lleno en los ODS, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo punto noveno se refiere específicamente a promover infraestructuras hídricas sostenibles que reduzcan las aguas residuales sin tratar, por su incidencia tanto en la salud como en el medio ambiente.
Uno de los principales hándicaps en España se centra en la pérdida de agua. La poca eficacia de la infraestructura del alcantarillado y redes de suministro españolas es la causante de que se pierda un 16 % de agua, es decir, cada 100 litros se pierden 16.
La Dirección General de Medioambiente de la Comisión Europea (CE) ha advertido a nuestro país que está muy por debajo de las expectativas en cuanto al tratamiento de aguas residuales. Y no solo ha advertido, sino que también lo ha multado por valor de 50 millones de euros por exceder en 3,92 millones de toneladas lo establecido en la normativa europea de la gestión de aguas residuales.
Para mejorar estas infraestructuras se ha puesto en marcha el Plan Hidrológico 2022-2026, que parte de unas estrategias hidrológicas que ya están aceptadas, son de gran futuro y que tienen descritas actuaciones bien definidas. Por otra parte, el Foro de la Economía del Agua establece tres prioridades para luchar contra la escasez de agua.
Educar a la población sobre el uso responsable del agua con campañas de mentalización, mientras se actualiza y normaliza la red de infraestructuras ya que el 40% tiene más de 40 años.
El potencial del agua regenerada es muy alto. Actualmente, en España solo se reutiliza el 12% del agua residual tratada. La agricultura e industria hacen acopio de más del 82% del agua extraída. Si esa agua es agua reutilizada, permitirá un importante ahorro que se pude destinar al consumo humano.
Aprovechar este recurso sería una ayuda muy importante para resolver la escasez de agua. En España hay casi 900 plantas desaladoras, pero están muy desaprovechadas y se estima que solo se utiliza un 18% de su capacidad.
Una de las razones es la gran cantidad de energía que consumen y eso está en contra de la tan buscada descarbonización. Hay que esperar a que las energías renovables encuentren el equilibro entre producción de energía y precio para que estas plantas alcancen un rendimiento deseable.
Ante un futuro tan incierto, todos debemos poner nuestro granito de arena y es importante que nos concienciemos sobre el uso responsable del agua y sobre la necesidad de reducir nuestra huella ecológica.
Fuentes consultadas:
El reto de la sostenibilidad hídrica