Muchas veces por dejadez, o porque no lo consideramos importante, se nos olvida llevar un control de la presión de las ruedas, sin darnos cuenta de los problemas que eso conlleva para nuestra seguridad y economía.
Los neumáticos son los cuatro puntos de contacto que nuestro coche tiene con la carretera. Es, por tanto, necesario darle la máxima prioridad como elemento de seguridad.
Antes de emprender un viaje es normal que miremos la presión de las ruedas porque sabemos a lo que nos arriesgamos cuando recorremos varios cientos de kilómetros sin llevar los neumáticos a punto. Pero, a menudo, estos viajes se distancian en el tiempo y conducimos por ciudad o trayectos cortos sin revisar la presión.
Incluso muchas veces tampoco nos fijamos en su estado, lo que es mucho peor: además de la falta de seguridad puede acarrear problemas con las multas. Con unas ruedas en mal estado la sanción puede ser de 200 € por rueda.
Con unas ruedas en mal estado la sanción puede ser de 200 € por rueda. Ojo: por rueda
Pero volvamos a la presión de los neumáticos.
Por lo menos, una vez al mes y, cómo ya hemos dicho, siempre antes de comenzar un viaje largo.
En primer lugar, no hay que mirar en la rueda. Los números que aparecen en ellas se refieren a otras informaciones como la anchura, la altura, etc.
Los datos de la presión vienen en el manual del vehículo, en el lateral de la puerta del asiento del conductor o en el interior de la tapa del depósito de combustible.
1º) Aumenta la seguridad del vehículo.
2º) Aumenta la duración del neumático.
3º) Ahorra combustible.
1º) La adherencia del coche se resiente porque la superficie de rozamiento con la carretera es mucho menor.
2º) Al ser más dura, la suspensión se resiente.
3º) Reduce la vida del neumático.
4º) Aumenta la probabilidad de tener pinchazos, o incluso puede llegar a explotar el neumático.
5º) Provoca un mayor ruido dentro del coche.
1º) Al frenar, la distancia de frenado se alarga.
2º) Aparece con más facilidad el aquaplaning..
3º) Aparcar es más difícil porque girar el volante se hace más duro.
4º) Desgaste de los neumáticos.
5º) Aumenta el consumo de carburante.
Bueno, según como lo miremos. Hay gente que dice que al ir más bajo el neumático la conducción es más cómoda si vamos en una carretera con baches. Nosotros no lo aconsejamos para nada.
En la web de oponeo.es podrás encontrar la presión de cualquier vehículo en una tabla donde aparecen casi cincuenta marcas de coches. Y pinchando en la marca te lleva a los diferentes modelos.
No podía faltar la web de Michelin, donde puedes buscar tanto por marca –tienen las más populares y funciona como el anterior- como por dimensión. Al seleccionar esta última, y rellenando las diferentes pestañas que aparecen -anchura, la altura, el diámetro, el índice de carga y el código de velocidad- te recomiendan el neumático más adecuado para tu coche. Eso sí, claro está, de Michelin.
Te dejamos este artículo en el que os hablábamos sobre qué hacer si tenemos un pinchazo. Si no lo has visto aún, no dejes de hacerlo porque estas situaciones siempre son incómodas y debemos estar preparados.
Siempre se debe hacer en frío, antes del viaje, o bien, que no hayan recorrido más de 4 kilómetros a velocidad baja.
Si, por las razones que fueran, ya tenemos los neumáticos calientes, hay que añadir 0,2 o 0,3 bares a la presión recomendada.
Es necesario adaptar la presión a la carga del vehículo. En la lista de presiones recomendadas vemos que siempre hay dos magnitudes: una se corresponde a la presión con poca carga y la otra con el coche cargado a tope.
Por el precio que tienen -entre los 15 y 30€- nosotros aconsejamos llevarlo. Puede que, en un determinado momento, no haya una gasolinera cerca y queramos comprobar la presión porque, quizás, notemos que una rueda está deshinchada. Sacamos el manómetro, que debemos llevar siempre en el coche, y tomamos la presión. Si vemos que está baja de verdad, tomaremos más precauciones en nuestra conducción.
Son las siglas de “Tire Pressure Monitoring System” o, en español “Sistema de Monitorización de la Presión de los Neumáticos” aunque coloquialmente se le denomina “Control de presión de los neumáticos”. Esta tecnología aplicada a los neumáticos, es un dispositivo que incorporan los fabricantes en sus coches nuevos porque, desde noviembre de 2014 es obligatorio que los coches vendidos en el mercado europeo lo incorporen de serie. Supervisa el nivel de presión de los neumáticos. En cuanto estos tienen una presión anómala, se enciende un piloto que indica al conductor este contratiempo.
En ciertos modelos, los de baja gama, la alerta salta, pero no indica cuál de las cuatro ruedas es la que tiene el problema. En los vehículos de alta gama, el TPMS es más completo y, además de indicar cuál es el neumático con problemas nos da más información sobre la presión y temperatura de cada rueda.
1º) De medición indirecta.
A través de los sensores del ABS el sistema TPMS puede saber si una rueda da más vueltas de lo debido –con poca presión la rueda tiene menos diámetro- y presupone que tiene una pérdida de presión.
2º) De medición directa.
El dispositivo monta un sensor que mide la presión y la temperatura en cada neumático y envía la información al ordenador de a bordo.
Para saber más de este sistema TPMS recomendamos leer el siguiente artículo de autocasión.com.
Solo pediros a todos los conductores que estén todavía más mentalizados en la importancia de llevar sus vehículos con la presión adecuada. Entre todos podemos hacer que la circulación en nuestro país sea todavía más segura.