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    05/03/2018 (actualizado: 16/12/2020)

    Un viaje a Italia

     

    Esta historia, realmente de ensueño, nos la contó José H, taxista retirado y un gran amigo del auténtico protagonista.

    De esto ya hace unos cuantos años. Francisco, tenía una vida bastante tranquila, formaba una familia completamente feliz junto a su mujer Julia, a la que adoraba, y por supuesto, también a su hijo Paco.
    Los ingresos no daban para ahorrar mucho, pero eso si, en el día a día se manejaban bien. Desde hace mucho tiempo venían ahorrando para hacer el viaje de sus sueños, conocer Italia.
    Lo primero que visitarían sería Roma y el Vaticano, claro está. Y luego…

     

    Su mujer cayó enferma, y aunque desde el principio le dijeron que se curaría pronto, tuvo que estar un largo tiempo en el hospital. Él no quería dejarla sola bajo ningún concepto, y pasaba con ella todo el tiempo que le permitía prescindir de su trabajo. Los amigos siempre estuvieron ahí, y la ayudaban en todo lo que necesitase para atender a su hijo.
    Francisco sabía cómo hacerle más llevadera la estancia de su mujer en el hospital. Le contaría los planes que había hecho para el inminente viaje a Italia.
    Sin querer dilatar el viaje por más años, le dijo: -¡Vamos, en cuanto te recuperes… para allá que nos vamos!.
    Francisco, con un poco de imaginación y muchísima documentación sobre Italia, empezó a idear rutas por la Italia desconocida, (para ellos).
    Reproducimos algunas de las rutas, tal y como nos lo contó en numerosas ocasiones. Una de ellas fue la de Cremona. Le decía que al entrar en la llanura del Po -donde está Cremona- se oía música de violines.
    -Sí, Julia, a medida que te acercas empiezas a oír música de violín. Nadie sabe de dónde sale.

    violin_1
    Mientras hablaba, reproducía la música del concierto para violín de Mendelhson.
    Los dos siempre cerraban los ojos y Francisco continuaba describiendo su viaje ide ensueño.
    - De allí era Antoni Stradivari
    - ¿El de los Stradivarius?
    - Exactamente, pero hay muchos más lutieres repartidos en las calles aledañas a la Piazza del Comune.
    - ¿Qué son lutieres?
    - Los que hacen los instrumentos de música con sus manos, por eso suenan tan bien… Y según la leyenda son ellos los que tocan la música que se oye al acercarse a estos lugares porque, aunque ya han fallecido, su amor por la música permanece.
    - Pero esta historia te la has inventado tú, ¿verdad?,
    - ¿Yo? Ya me gustaría… respondió Francisco con un tono tan falso, tan falso, que nadie se lo hubiera creído, excepto su mujer.
    Le hablaba de cómo sería la música que sonaría en las tavernettas a las que iban a ir, porque había conseguido una lista de las mejores a muy buen precio.
    También le tocó el turno a los Dolomitas. Como allí hablan el ladino, le dio bastante recorrido para explicarle que el ladino puede ser el dialecto hablado por los sefardíes; pero también los habitantes de esas montañas se llaman ladinos que son muy astutos, por eso en castellano se dice que ladino es una persona muy astuta.
    Y no podía faltar viajar a Módena, donde hacen el vinagre que tanto te gustaba a Julia.
    A ella le encantaba, como Francisco le encandilaba con sus narraciones, que las vivían cómo si ya estuvieran en la mismísima Italia.
    Otra de las historias que le narró fue un paseo por la orilla del lago Cuomo.
    - Mira, Julia, aquel pueblo es donde transcurre la novela “los novios” de Alejandro Manzonni
    - Ay sí, me la leí en el instituto, qué bien acaba ¿verdad?
    - ¡Fíjate en esa casa!
    - ¡Huy, qué preciosidad!
    - Es la de George Clooney. Ayer conocí al jardinero y me dijo que cómo estaba rodando en Abu Dabi nos la enseñaría…
    - ¿Y nos podremos hacer fotos dentro de la casa?

    italia
    El sueño para viajar a Italia, se restrasaría seguramente mucho más tiempo. Tanta era la ilusión que tenía Francisco por viajar con Julia a Italia que José y unos cuantos amigos decidieron regalarles el viaje, para que lo disfrutasen cuando a Julia le dieran el alta médica.
    Francisco nos dijo que no podía aceptarlo, que podría pedir un crédito. Insistimos para que lo aceptase que ya nos lo devolvería cuando pudiera.
    Finalmente, y tras casi ocho meses de hospital, a Julia le dieron el alta. Pocas semanas después sus sueños se hicieron realidad. Se fueron de viaje mucho antes de lo esperado, gracias al gran regalo de sus amigos, a los que estuvo eternamente agradecido.


    Nueva llamada a la acción