Parece ser que, bajo el auspicio de la ONU, y de una vez por todas, se creará un marco global para la protección de los océanos que ya estaba siendo solicitado por numerosas organizaciones ecologistas.
La vida surgió de los océanos. Las aguas oceánicas abarcan un área inmensa, con más de 360.132.000 km², lo que representan aproximadamente un 72% de la superficie terrestre. De ahí que a nuestro Planeta se le denomine Planeta Azul. Las aguas de los océanos y de los mares no solo han servido de principal fuente de alimento de los seres vivos a los que dio la vida, sino que, desde el principio de los tiempos, han sido también fuente de comercio, aventuras y descubrimiento. Han separado a los pueblos, pero al mismo tiempo los ha unido.
Ahora que existen mapas de todos los continentes y sus territorios son accesibles por tierra, mar y aire, nos damos cuenta de que la mayoría de la población no vive a más de 320 kilómetros del mar, por lo que se ha convertido en una realidad más cercana a todas las personas.
Libertad de los mares:
Durante mucho tiempo, los océanos estuvieron sujetos al principio de libertad de los mares, introducido en el siglo XVII para limitar los derechos y la jurisdicción de las naciones sobre los océanos a la franja de mar que rodea las costas de un país. El resto del mar fue declarado territorio libre y propiedad de todos. Si bien esto continuó siendo así hasta el siglo XX, a mediados del mismo nació un ímpetu por extender los derechos nacionales sobre los recursos del mar.
Existía una creciente preocupación por el impacto de la pesca de altura en los recursos pesqueros costeros y por la amenaza de la contaminación y los residuos nocivos. Estos últimos eran transportados por buques y petroleros que navegaban por todas la rutas marítimas del mundo. Los peligros de la contaminación están siempre presentes y suponen una amenaza para los recursos costeros y para todas las formas de vida marina.
Sabemos que alrededor de ocho millones de toneladas de plástico llegan a nuestros océanos cada año, convirtiéndolos en el vertedero de basura más grande del planeta mientras ahoga y ahoga a muchos de sus habitantes tan preciados para conservar el equilibrio del ecosistema marino.
Este punto ya lo hemos señalado varias veces en este blog por la desmesurada invasión del plástico en los mares.
Otro de los problemas con los que nos topamos actualmente es la minería en el fondo del mar que es un proceso de extracción mineral relativamente nuevo. Los yacimientos de minería oceánica se suelen hacer en torno a grandes áreas a unos 1.400-3.700 metros bajo la superficie oceánica. Las fuentes hidrotermales marinas crean depósitos de sulfuros que contienen metales preciosos como plata, oro, cobre, manganeso, cobalto y zinc.
Los depósitos son extraídos utilizando bombas hidráulicas o sistemas de cubeta que llevan el mineral a la superficie para ser procesado. Como ocurre con todas las operaciones mineras, la minería en alta mar plantea interrogantes acerca de los daños ambientales de las zonas circundantes.
Como leemos en Greenpeace, en la actualidad, las aguas internacionales de nuestros mares más allá de las fronteras nacionales, están casi, casi completamente desprotegidos. Estas aguas internacionales, también conocidas como alta mar -es decir, las que están a más de 200 millas de las costa, unos 370 km- cubren aproximadamente dos tercios de nuestro planeta azul, y no hay leyes o tratados que salvaguarden su diversidad.
Hay varios tratados y organizaciones que son responsables de gestionar el alta mar, pero principalmente para extraer y explotar, no para protegerlos. Y ahora existe la oportunidad de cambiar esta tendencia. En virtud del Tratado Global de los Océanos, sería posible una gran red de santuarios a través de los océanos del mundo y protegiendo al menos el 30% de los mismos para 2030.
Parece que los objetivos son demasiado ambiciosos. No hay que olvidar que el objetivo que se fijó en la Convención de Diversidad Biológica, en el año 2010, fue cifrar en el 10% la superficie oceánica protegida. Así pues, un incremento del 20% en solo 10 años parece una tarea bastante ardua y difícil, sobre todo atendiendo a los intereses comerciales de las grandes potencias pesqueras, aunque todos los analistas señalan que si se controla la pesca y la caza en el mar, se lograrían resultados espectaculares. Confiemos en que así ocurra.
Los científicos piden que al menos el 30% de los océanos del mundo estén protegidos en 2030
La protección de las océanos es el objetivo más importante de la Conferencia Intergubernamental (CIG) que se ha celebrado en la sede de la ONU en Nueva Yorhace pocos meses
Duante este año se van a llevar a cabor una serie de sesiones de negociación con vistas a lograr un nuevo tratado jurídicamente vinculante para proteger la biodiversidad marina en áreas fuera de la jurisdicción nacional (AFJN), conocidas comúnmente como el alta mar.
Ahí se puso de manifiesto la petición ya comentada de los científicos que piden que al menos el 30% de los océanos del mundo estén protegidos en 2030, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales. Pero hasta ahora solo el 1% de los océanos mundiales están protegidos. Es por eso que se necesita una red completa de santuarios marinos en todo el mundo. Y el Tratado Global del Océano lo haría posible.
Sin los océanos, no podemos sobrevivir en este planeta. Y no solo hay agua, ¡es un mundo maravilloso lleno de vida.
!Esperemos que este tratado vea la luz en un plazo muy corto de tiempo para seguir apoyando la protección del medio ambiente!
Fuentes consultadas:
Artículos blog MMT Seguros (Qué podemos hacer por el medio ambiente)
Naciones Unidas (Derechos del mar)
Greenpace (Océanos)
La Vanguardia (Natural)
Ecoticias (Medio ambiente)