Lo mismo no hace falta escribir unas líneas describiendo el seguro del automóvil, puesto que quien tiene auto lo suele conocer muy bien, y quien no lo tiene no suele interesarse mucho. Aún así, vamos a intentar recordar algunas cosas acerca de este seguro, que por su obligatoriedad es uno de los más comunes en nuestra sociedad. Y empezaremos por el que todo el mundo tiene: el seguro de automóvil obligatorio.
Entre las cosas que el ser humano usa, hay algunas que son potencialmente peligrosas por sí mismas. El vehículo automóvil es una de ellas. No hace falta querer hacer daño con nuestro automóvil; lo podemos causar incluso siendo las mejores personas del mundo, los mejores conductores del mundo. Ya sabemos que (tú piensas que) eres un conductor estupendo, pero: primero, menos lobos; y, segundo, hasta a los mejores conductores les falla su vehículo, o tienen algún que otro pequeño despiste que acaba en problemas. El tráfico rodado, además, es una realidad tan masiva que su capacidad de generar víctimas o perjudicados es muy elevada.
Ante realidades así, las sociedades avanzadas se ponen como objetivo proteger a las víctimas. Así, en principio, si un coche te atropella, te la juegas a que quien lo conducía sea lo suficientemente rico como para satisfacer tus necesidades sanitarias y la indemnización de los daños que te ha producido. Dicho de otra manera: si te atropella un insolvente, vas dado.
Como eso tiene de justo lo que un detergente industrial de agradable al paladar, los sistemas jurídicos avanzados se dotan de mecanismos llamados de responsabilidad objetiva. Por el mero hecho de poseer un vehículo a motor, ya eres responsable de los daños que causes con él; ya no hace falta que seas culpable de esos daños en el sentido de que quisieras causarlos o te desempeñes con negligencia o temeridad. Y esa responsabilidad la cubres con un seguro de automóvil obligatorio, de modo que, tras la constitución de dicho seguro, la riqueza o pobreza del conductor responsable es lo de menos: quien paga es el seguro.
El seguro de automóvil obligatorio no es sino un mecanismo de solidaridad entre conductores para que todas las víctimas de sus accidentes puedan cobrar
A través de este prisma, conducir sin seguro de automóvil obligatorio, aparte del riesgo de que te pillen y te multen, es una insolidaridad, además de irresponsable. El seguro de automóvil obligatorio no es sino un mecanismo de solidaridad entre conductores para que todas las víctimas de sus accidentes puedan cobrar. Si te sales de ese mecanismo, eres un insolidario.
Pero si no te aseguras por el bien de los demás, al menos hazlo por tu propio bien. Porque, mira: la normativa del seguro de automóvil obligatorio, como por otra parte es lógico, se cuida mucho de que la existencia de “otro”, el asegurador, que es el que paga, no pueda llevar al asegurado a hacer el cabra porque, total, da igual. Ojo con el derecho de repetición.
Sustancialmente, el derecho de repetición es aquél por el que alguien que ya ha pagado una cantidad se la reclama a quien verdaderamente la debería haber pagado. En el seguro de automóvil obligatorio hay varios supuestos en los que el asegurador tiene derecho de repetición; esto es, primero él paga a la víctima, y después le reclama al responsable. Entre estos supuestos están los accidentes causados por conductores que fuesen bajo los efectos del alcohol y las drogas, y los accidentes causados por vehículos sin seguro de automóvil obligatorio. En ambos casos las víctimas siempre cobran (las primeras, de las aseguradoras; las segundas, del Consorcio de Compensación de Seguros), pero quien paga tiene el derecho a reclamar lo pagado con posterioridad al responsable del accidente.
Así que, ya sabes: con seguro o sin seguro, conducir con un embalse de copas en el estómago o conducir sin seguro de automóvil obligatorio te puede salir por un pico. Te puede arruinar la vida, literalmente.
Además de estas coberturas obligatorias de responsabilidad civil, hay un montón de coberturas voluntarias de las que hablaremos otro día, para no hacer esto demasiado largo. En todo caso, el pago de prestaciones derivadas de la responsabilidad civil obligatoria de los vehículos a motor en España reclama entre 4.000 y 5.300 millones de euros al año, según cómo vaya el ejercicio en materia de actividad económica (y de tráfico rodado). Una quinta parte de lo que se paga por estos accidentes (ojo, no lo que paga todo el seguro de automóvil obligatorio; sólo los accidentes) se corresponde con accidentes graves con daños corporales. Las otras cuatro quintas partes se distribuyen, más o menos mitad y mitad, entre los accidentes con daños corporales leves, y los accidentes en los que los únicos heridos son los coches y los objetos que había por ahí (farolas, muros, y tal).