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    17/10/2024 (actualizado: 17/10/2024)

    El seguro de decesos: tres generaciones, tres perspectivas

     

    Todo comenzó con un simple recibo devuelto. Laura, al revisar el extracto del banco de sus padres, notó que el pago del seguro de decesos no había sido pagado el banco. Le causó una gran extrañeza porque sus padres eran muy cuidadosos con todos los pagos. Como ese día venían a comer sus padres a casa lo compartió nada más sentarse a la mesa. En la conversación intervinieron todos: sus padres, sus hijos y su marido, y lo que parecía de antemano una conversación sin mucho recorrido se transformó en algo enriquecedor. 

    Los abuelos: previsión y tranquilidad

    Manuel y Teresa, los abuelos, aprovecharon la ocasión para explicar por qué el seguro de decesos era tan importante para ellos. "Cuando llegas a nuestra edad, lo último que quieres es dejar problemas a tus hijos", comenzó Manuel, con la voz pausada. "Si algo nos pasa, queremos que todo esté cubierto, sin que tengáis que desembolsar dinero que no tenéis."

    La abuela asintió y añadió: "Lo queremos dejar todo arreglado. Ya sabéis que un funeral no es barato."

    Fue entonces cuando Daniel, el nieto mayor, intervino. "Abuela, no creo que sea para tanto, tampoco es tan caro ¿no?"

     

    Los jóvenes: un tema lejano y desconectado

    Daniel y su hermana Andrea, con sus 20 y 18 años respectivamente, no veían la necesidad de un seguro de decesos. Para ellos, ese tipo de preocupaciones pertenecían a otra época. "Es que, a nuestra edad, no se nos ocurre pensar en la muerte, ni en la jubilación ni nada de eso que está tan lejos ", dijo Andrea, apoyando a su hermano. 

    Sin embargo, Carlos, el padre de ambos, comentó: “las cosas no siempre son tan simples como parecen. Hace unos años, un compañero de trabajo falleció mientras estaba de vacaciones en el extranjero. Los gastos de repatriación fueron altísimos, y su familia tuvo que pedir ayuda para cubrirlos. Un seguro de decesos no solo cubre el funeral; también te protege en situaciones como esa."

     

    Los padres: valorando la tranquilidad y la economía

    Laura tomó la palabra: "El seguro de decesos, más allá de los gastos, cubre todos los trámites, que pueden ser un verdadero dolor de cabeza en momentos tan difíciles. ¿O es que vosotros sabéis lo que tenéis que hacer si fallecemos?".

    Los hermanos se miraron con cara de sorpresa y extrañeza. Nunca habían pensado en ello.

    Carlos asentía mientras su esposa hablaba. "No es solo por el dinero, que también es importante. Un funeral puede costar unos cuantos miles de euros, pero lo peor es la gestión emocional y administrativa. Si podemos ahorraros eso, ya habrá valido la pena."

     

    Un equilibrio generacional

    El contraste entre las tres generaciones estaba claro. Los abuelos veían el seguro como una necesidad práctica e inmediata; los padres lo consideraban una inversión en tranquilidad para el futuro; mientras que los jóvenes lo percibían como algo desconectado de su realidad actual.

    Sin embargo, la conversación avanzaba y, poco a poco, los más jóvenes empezaban a entender que quizás no era un tema tan lejano. Andrea reflexionó: "Bueno, supongo que tiene sentido si estás viajando o si algo inesperado ocurre."

    Daniel, aún escéptico, preguntó: "Pero ¿cuánto cuesta realmente hacerse un seguro de decesos? Porque si es caro, sigo creyendo que no valdrá la pena."

    Carlos, con una sonrisa, respondió: "Pues, de hecho, cuanto más joven eres, menor es la cuota mensual. Nosotros pagamos bastante menos de lo que pagan tus abuelos."

     

    Un seguro para cada etapa de la vida

    Al final, la conversación dejó claro que el seguro de decesos tiene un valor diferente según la generación que lo contemple. Para los abuelos, es una necesidad urgente; para los padres, una forma de prever situaciones imprevistas; y para los jóvenes, algo que aún les parece lejano, pero que empieza a tener sentido cuando se plantean escenarios inesperados.

    Lo cierto es que la importancia de un seguro de decesos no radica solo en el dinero, sino en la paz mental que ofrece. Tenerlo es una inversión en tranquilidad, tanto para quien lo contrata como para los seres queridos que, en su momento, tendrán una carga menos que llevar.

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