María J, de 50 años, y su hermana Ana, de 47, tenían un viaje planificado para conocer Grecia y el legado que todos los sabios, filósofos e, incluso guerreros, dio el país helénico a todos los ámbitos de la cultura. No habían podido realizar el viaje porque nunca coincidían las fechas de la una con las de la otra. Finalmente, María decidió que, aunque fuera sola, era el momento de hacer realidad su sueño. Tras una buena planificación para no perderse ni un solo detalle, un día de septiembre María voló a Atenas.
María en Grecia
La comunicación con su hermana era constante y le iba contando todos los lugares que visitaba. A los cuatro días de llegar, cogió un pequeño ferry que la llevaría a las islas Cícladas. No se quería perder la visita a Santorini y Mykonos, que eran el sueño de las dos hermanas: pasear por sus callejuelas con sus casas azules.
Sin embargo, la tragedia la alcanzó inesperadamente cuando, en el barco, sufrió un infarto masivo.
Su hermana en España
Mientras, en España, su hermana Ana continuaba con su vida tranquila y cotidiana. Ese día le extrañó que su hermana no le hubiera enviado ningún mensaje ni fotos, pero pensó que quizás no tuviera acceso fácil a internet.
El auténtico motivo le llegó cuando recibió la llamada de la embajada española en Atenas que le indicaba que su hermana María había fallecido.
La noticia fue un golpe brutal, y el dolor inicial por la muerte y el resentimiento por no haberla acompañado en ese viaje fue tremendo, pero pasados esos momentos iniciales todavía vivió otro momento más angustioso ¿cómo manejarían la situación desde tan lejos?, ¿que tenía que hacer para traer a su hermana de vuelta? Un montón de preguntas asaltaron su cabeza.
El respaldo del seguro de decesos
Pasados esos momentos de angustia, recordó que su hermana se había hecho hacía tiempo un seguro de decesos, cosa que le había extrañado porque para ella ese tipo de seguro lo veía muy lejos.
Se puso en contacto con la aseguradora y desde el primer momento se quedó muy tranquila en ese aspecto, porque le simplificaron totalmente la situación. Ana y su familia no tuvieron que enfrentarse solos a esta dura situación.
Como es natural en casi todos los seguros de decesos, una cobertura incluía la asistencia completa para casos de fallecimiento en el extranjero, lo que resultó de un valor inestimable en esos momentos de desorientación y dolor.
Asistencia en la repatriación
La compañía de seguros organizó y cubrió todos los gastos relacionados con la repatriación del cuerpo de María a España. Se encargaron de todas las complejidades logísticas y legales, coordinando entre autoridades locales y la embajada española.
Ana remarcó que todo el proceso se realizara con la dignidad y respeto que María merecía. En la aseguradora le comentaron todos los pasos que iban a dar y se quedó mucho más tranquila dentro del duelo que no se le quitaba de la cabeza.
Apoyo económico y legal
El seguro de María también proporcionó la cobertura económica necesaria para los gastos funerarios, aliviando la carga financiera que estos eventos traen consigo.
Además, un equipo de asesores legales estuvo disponible para guiar a la familia a través de cualquier trámite administrativo requerido, tanto en Grecia como en España.
Soporte emocional
La póliza incluía asistencia emocional, donde psicólogos especializados ofrecieron sesiones de apoyo para ayudar a Ana a superar el trance ya que estaba bastante unida a su hermana. Este servicio fue un consuelo en momentos en que el dolor parecía inmanejable y el duelo insoportable.
La vida continúa
La muerte de María fue un hecho trágico e irreparable, sobre todo para Ana. Si hubiera tenido que enfrentarse a todos los problemas que ocasiona la repatriación de un fallecido en el extranjero, inmersa como estaba en un estado emocional de estrés, dolor y con muy baja energía, habría acabado en un estado que ni se lo quería imaginar.
Gracias a la presencia del seguro de decesos no sufrieron, ni ella ni su familia, el estrés adicional de las preocupaciones financieras o logísticas. Ana siempre recordará a su hermana con cariño y gratitud, tanto por los momentos que compartieron como por la última lección que María le dio: la importancia de estar preparados, incluso frente a lo inimaginable.
Un buen seguro de decesos alivia la carga económica y toda la burocracia inevitable del fallecimiento, brindando apoyo y tranquilidad a la familia. Todo eso, además de ayudar a la gestión de los trámites funerarios, permitió a los seres queridos enfocarse en el duelo y centrarse en despedirla con todo el cariño que se había ganado a lo largo de su vida.