Un parabrisas es una superficie translúcida que protege al conductor de elementos externos y permite una mejor visibilidad y comodidad para conducir.
No estamos diciendo que esta sea su definición correcta, pero esto es lo que más o menos entendemos todos.
Al principio del siglo XX los automóviles no utilizaban parabrisas y, los que llevaban algo eran unos cristales normales que, como se podrá deducir, cuando el coche tenía un accidente, se rompían muy fácilmente con el consiguiente peligro para los ocupantes. Luego se pasó a un parabrisas con dos capas en el vidrio y una capa de celulosa entre ellas.
A finales de los años 40 se instaló el vidrio templado, formada por una lámina de vidrio endurecida mediante un tratamiento térmico, que le da una mayor resistencia a los golpes. Al romperse, estalla en miles de pequeños pedazos con cierta peligrosidad para el conductor.
Las lunas del automóvil aportan el 30% de la resistencia en la estructura del vehículo
En 1983 se obligó por ley el vidrio laminado, que consta dos hojas de vidrio con una capa de policarbonato laminado de seguridad entre ellos. Esto hace que en caso de rotura de la luna, los fragmentos de vidrio quedan unidos a la lámina de plástico ofreciendo resistencia a la entrada de objetos al interior y mas seguridad a los pasajeros.
Las lunas del automóvil aportan el 30% de la resistencia en la estructura del vehículo, por lo que mantener los cristales en perfecto estado de conservación es totalmente imprescindible. En caso de vuelco evita la deformación del techo y posibilita que el airbag funcione de manera eficaz.
Cuando un parabrisas se desprende del coche tras producirse un accidente, los ocupantes tienen hasta un 40% más de riesgo de morir.
El cristal laminado puede ser reparado sin necesidad de cambiar el parabrisas completo. La reparación supone un ahorro del 80% de la factura frente al coste del cambio, además de un 90% en el ahorro de las emisiones de CO2 y un 75% de ahorro en tiempo.
En motorpasion.com nos cuentan muy bien el mantenimiento del parabrisas. Tanto si se lava el coche, como si hay que limpiar el parabrisas y no se ha lavado el coche previamente.
También hacen mucho hincapié en otros elementos: la limpieza interior del parabrisas, así como acordarse de algo importante: los limpiaparabrisas y los lavaparabrisas. Cierran con una serie de advertencias sobre los elementos –hielo y nieve- que pueden modificar la visibilidad y los cristales de los faros.
Si necesitas reparar o cambiar la luna, puedes hacerlo a través del seguro de tu coche, eso sí, si tienes contratada la garantía de Lunas.
Verificado este punto, lo más fácil es pedir cita previa online, de esta forma se agiliza la comunicación del siniestro.
Es importante recordar que ante cualquier indicio o sospecha de que la luna del coche tiene un picotazo o defecto visible, lo mejor es acudir al servicio de reparación de lunas, de estar forma alargaremos la vida de los cristales del vehículo y evitaremos riesgos e imprevistos en carretera.
Las únicas lunas de coche que se pueden reparar son las delanteras ya que se trata de las únicas lunas que están laminadas. Las fisuras por el impacto de pequeños objetos cuando circulamos pueden dañar este elemento básico de seguridad vial pues tienen entre otras la finalidad de proteger al conductor del vehículo y a sus acompañantes ante un riesgo de impacto con una piedra u objeto de la calzada.
Según el Servicio de reparación y sustitución de lunas Carglass, para saber si hay que cambiar la luna del coche, sugieren hacer estas comprobaciones:
Según el tamaño del impacto. Si no se puede tapar el impacto con una moneda de 2€ no se puede aplicar la resina de reparación.
Ubicación de la rotura en la luna. Si está situada a menos de 2,5 cm del borde del parabrisas podría haber causado daños estructurales.
Campo de visibilidad. No es recomendable reparar una rotura que se encuentra en la línea de visión del conductor por lo que en ese caso habrá que cambiarlo.
Fuentes consultadas: