El cambio climático es uno de los desafíos más importantes que enfrenta el mundo en la actualidad. Pero a pesar de las dificultades, hay razones para ser optimistas sobre el futuro y es importante hacer referencias a ellas porque supone un aliciente más para tener esperanza en este gran reto que no ha hecho más que empezar.
La conciencia social es una de las fuerzas más poderosas para conseguir este cambio porque a medida que las personas se vuelven más conscientes de los impactos en el medioambiente adoptan hábitos más sostenibles, lo que supone un ejemplo para que otras también se mentalicen. Y con esta suma se obtienen muchos avances.
Cabe destacar que cada vez más personas están cambiando sus rutinas alimenticias. Apuestan por la compra de proximidad y una dieta basada en los productos de temporada, lo que reduce la huella de carbono en la producción de alimentos. Además, los consumidores están optando por productos y servicios más sostenibles, como los productos de limpieza ecológicos, la compra a granel y un importante ahorro en los consumos de agua, energía, etc.
También se inclinan por las tres erres: reciclar, reutilizar y reducir. Desde el uso de bolsas reutilizables -la mayoría de la población lleva sus propias bolsas a la compra- y la reducción y clasificación de residuos hasta la elección de opciones de transporte más limpias -el aumento de bicicletas y patinetes en las ciudades es una realidad incuestionable-.
Según el programa europeo de eficiencia energética, Energía Inteligente para Europa, el ahorro de energía en los hogares de la Unión Europea entre 2000 y 2017 evitó la emisión de 490 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a la eliminación de 165 millones de coches de la carretera durante un año.
Las ciudades están adoptando un enfoque integral para combatir el cambio climático, incluyendo políticas y acciones en diferentes áreas, como el transporte, la energía y la educación ciudadana. Como ejemplos, podemos citar la Implementación de políticas de transporte y movilidad sostenible promoviendo el uso del transporte público, la movilidad ciclista y la movilidad peatonal, así como la gestión del tráfico para mejorar la eficiencia del transporte.
Otros puntos son la promoción de la eficiencia energética en edificios y el fomento de energías renovables y la gestión de residuos, así como las acciones de concienciación.
Los gobiernos de todo el mundo toman diversas medidas para abordar el cambio climático. En 2015, la comunidad internacional, en el Acuerdo de París, estableció unos ambiciosos objetivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2ºC por encima de los niveles preindustriales.
Desde entonces, muchos países han implementado políticas y programas para reducir las emisiones de CO2. Por ejemplo, China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, ha anunciado planes para alcanzar su pico de emisiones de CO2 antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono para 2060. Otros países, como España, han fijado objetivos aún más ambiciosos, como la neutralidad de carbono para 2050. En este punto, cabe decir que España ocupa el puesto 16 en el ranking de Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La lucha contra el cambio climático ha sido una prioridad para las Naciones Unidas (ONU) durante muchos años. Desde la creación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en 1992, la ONU ha estado liderando los esfuerzos internacionales para abordar el cambio climático y proteger el medio ambiente.
Algunas de las iniciativas y acuerdos más importantes que han sido liderados por este organismo para combatir el cambio climático, además del Acuerdo de París, son: los informes del IPCC, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las Conferencias de las Partes. Además, ha lanzado campañas de sensibilización para informar y motivar a la sociedad civil a tomar medidas concretas para reducir su impacto ambiental.
Para más información:
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