China es el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero. Esto fue originado por el crecimiento tan rápido de su economía. Otros países, por suerte, optan por un desarrollo que respete el medio ambiente.
Muchas veces estamos tan obcecados e inmersos en nuestro mundo que solo vemos lo que hacemos nosotros por el cuidado del medio ambiente y, en cambio, no vemos lo que están haciendo países del tercer mundo porque pensamos que no tienen mucho margen de maniobra.
Hace tiempo hablábamos de un país que no lo tenemos por desarrollado, incluso desconocido por muchos, Bután, que decidió no solo no sobrepasar el cupo de Co2 sino estar por debajo. Dentro del índice de Desarrollo Humano está en el puesto 132, lo que no es un buen puesto –España está en el 26- Bután, para su desarrollo económico decidió no dejarse llevar por el PIB (Producto Interior Bruto) sino por el FNB (índice de Felicidad Nacional Bruta). Un país cuyos habitantes son felices cuidarán sus tierras, estarán orgullosos de su naturaleza, etc. En este blog ya contamos la historia de Bután en el terreno del cuidado del medio ambiente. Todo un ejemplo.
Para muchos habitantes de esas zonas desérticas etíopes, la situación era un castigo divino y pensaban que nada podía cambiar
Hoy traemos otro ejemplo: Etiopía. Muchos tenemos este país asociado a la hambruna -a través de las fotos de aquellos niños famélicos que solo tenían huesos y piel-; a la desertización -con miles de hectáreas baldías y sin una gota de hierba esencial para el ganado-; y a los desastres naturales –ya fueran largas sequías o lluvias torrenciales con graves consecuencias por la erosión de la tierra-.
A todo esto, había que añadirle las consecuencias de una guerra civil y una de las plagas más mortíferas del siglo XX: el sida.
Para muchos habitantes de esas zonas desérticas etíopes, la situación era un castigo divino y pensaban que nada podía cambiar.
Pues bien, Etiopía ha cambiado mucho y lo que es mejor: seguirá un desarrollo equilibrado. Desde hace unos años, es un país en vías de desarrollo que va ganando su lucha contra el hambre y la desertización. Ni mucho menos está todo conseguido. Etiopía ocupa el puesto 173 de 187 países según el índice de Desarrollo Humano, pero el país crece por encima del 10% en la última década. Y este es el punto más importante.
Etiopia tiene 90 millones de habitantes y es el país más poblado de África después de Nigeria. El nivel de pobreza ronda el 20 %, muy lejos de aquel 50 % que había en los años ochenta.
Etiopía ocupa el puesto 173 de 187 países según el índice de Desarrollo Humano, pero el país crece por encima del 10 % en la última década
Por lo tanto, debemos de preguntarnos lo que ha hecho este país para darle la vuelta a una situación insostenible y que sigue su curso mostrando la esperanza a todos aquellos que siguen por debajo del nivel de pobreza.
El gobierno, ayudado por otros gobiernos y organismos internacionales, se propuso la meta de ser un país de renta media, apoyándose en las energías renovables, con cero emisiones de carbono y con una dedicación primordial para rehabilitar la tierra que había sido tan degradada. También se propuso varias y ambiciosas metas sociales: extender la educación al cien por cien de la población, la asistencia sanitaria y el derecho a la vivienda.
Para conseguir todo esto, el gobierno podría haber hecho como en China, cuyo desarrollo se realizó sacrificando el bien de la sociedad en aras de un rápido crecimiento económico. Hace 40 años se podía andar en bicicleta por Pekín, ahora es impensable por ser una ciudad carbodependiente. China quema la mitad del carbón del mundo cada año y así están sus índices de contaminación medioambiental.
En Etiopía están haciendo las cosas bien. Diferentes proyectos como el de Humbo, en el suroeste de Etiopía o en la región de Tigray.
El plan pasa por involucrar a los habitantes de esos lugares para rehabilitar sus propias montañas, reducir la degradación del campo y mejorar la productividad agrícola. En menos de diez años se han rehabilitado casi 200.000 hectáreas. Los sistemas de irrigación ya llegan a 2.000 hectáreas y alrededor de 1,5 millones se han beneficiado de este plan.
Estamos hablando solo del 2% de la población, pero la idea es extender este modelo a otras zonas similares.
El plan pasa por involucrar a los habitantes de esos lugares para rehabilitar sus propias montañas, reducir la degradación del campo y mejorar la productividad agrícola
El método empleado en esta zona montañosa ha sido crear terrazas en las laderas para que los escalones vayan embalsando el agua de la lluvia, que no es mucha, y que la vayan suministrando a las terrazas situadas en las partes bajas de la ladera de una forma continua y suave. Así se evita que, cuando llueve en abundancia, no se formen aguas torrenciales que se llevan por delante todo lo que encuentran.
Otro de los aspectos importantes fue que el ganado, en vez de estar pastando sin control, se parcelase para para que no se comiera la hierba de las terrazas y pudiese florecer la vegetación.
Esto último generó no pocas desconfianzas entre los lugareños ya que los animales configuran su principal fuente de ingresos y se estaba limitando su pastoreo habitual.
Lo primero que hicieron los responsables del proyecto fue seleccionar a una persona en cada poblado como asesor local. Les hicieron visitar otras experiencias parecidas y les mostraron todas las mejoras conseguidas con el objeto de que luego se lo contaran a todos los demás.
En el terreno político, el gobierno etíope ofrece un nivel de estabilidad que no es muy frecuente en esa parte de África.
Cuando alguien pregunta si el pueblo no está contento con el gobierno porque no permite contestación interna, la respuesta es, que esa gente que acaba de conseguir tierras fértiles gracias a los regadíos y que no dependen de si hay poca o mucha lluvia, ¿de qué van a protestar?
Las metas del proyecto siguen su curso, pero ahora también hay objetivos a corto plazo: extender los sistemas de regadío que permitan plantar muchos más frutales y que se puedan conseguir dos cosechas anuales.
Como hemos visto en el caso de Bután y Etiopía se puede hacer mucho por la protección de la naturaleza y el cuidado del medio ambiente. Es una lucha en la que estamos inmersos todos. No solo los países más desarrollados, sino todos.