Esta afirmación puede parecer un poco arriesgada, pero todas las opiniones convergen en que los coches de dentro de pocos años funcionarán con hidrógeno.
Es cierto que hoy por hoy es una tecnología en pañales, pero la verdad es que con tanta inversión como se está haciendo los resultados no tardarán en venir.
Como queremos eliminar los vehículos de costumbres fósiles en 2040 hasta hora solo hay una posibilidad real: los coches eléctricos.
Los coches eléctricos funcionan con baterías que incorporan pilas de litio. Y ahí está el lío: el litio es un elemento escaso en la naturaleza y se calcula que se agotará en 2040. Es cierto que estas pilas se pueden reciclar, pero nunca solucionaría el problema.
Otro inconveniente es su extracción. Para producir una tonelada de litio en uno de los yacimientos de este metal en Chile se necesitan dos millones de litros de agua. No siempre es tan alto porque depende de donde esté situado el yacimiento, pero es un indicador. Por ejemplo, en Extremadura hay una oposición fortísima a que la extracción que allí se quiere realizar, e incluso la corporación local ganó las elecciones con un no rotundo al funcionamiento de la mina de litio.
Al contrario del litio, el hidrógeno es muy abundante en la naturaleza, aunque siempre está mezclado con otros elementos. La combinación más normal es la del agua y su fórmula ya nos lo indica H20. En este punto muchos se acuerdan de la visión profética de Julio Verne que decía que en el futuro los vehículos se moverían gracias al agua.
Además, es muy poderoso: tiene tres veces más energía que la gasolina. Esto le permitiría resolver uno de los grandes problemas de los coches eléctricos actuales: la poca autonomía. Al estar comprimido tiene una alta densidad energética por lo que permite alimentar al vehículo durante largos trayectos. Esto es especialmente importante cuando se trata de aviones.
Como dijimos antes, el hidrógeno es el elemento más abundante en la naturaleza, pero siempre está mezclado con otros elementos por lo que hay que separarlo. Para esa separación se recurre a la electrolisis, que necesita una corriente eléctrica. Si esta fuente de energía viene de renovables se le llama hidrógeno verde, frente al hidrógeno gris que es el resultado cuando se aplican energías no renovables, como el petróleo, gas, etc.
Este es el principal problema que tiene actualmente. Todas las investigaciones van en ese sentido y se están realizando muchos avances.
El Departamento de energía de EEUU quiere pasar de los 5 dólares por kilo que costaba en 2021 a que cueste tan solo 1 dólar por kilo en 2030.
Una start up californiana, Verdagy, afirma que conseguirá un coste por kilovatio hora en el rango de los combustibles fósiles para 2025, como quién dice, pasado mañana. Si lo cumple, sería un hito histórico y, además, bajará progresivamente hasta ser inferior en el 2050.
Prácticamente todos los países implicados están en fase experimental. Estados Unidos es uno de los países más activos en este campo, pero Alemania, Corea y Australia, también, gracias a sus recursos de energía eólica y solar. China que es el primer productor mundial, pero no de hidrógeno verde, aunque ahora está empezando a construir grandes plantas en Mongolia. Incluso Arabia Saudita quiere estar preparada para cuando el petróleo pase a un segundo plano y está montando una planta en la ciudad inteligente de NEOM, a orillas del mar Rojo. Francia también ha montado una planta de fabricación de hidrógeno verde en el mar, en Bretaña.
Recientemente, Navantia y Enagás se han unido para producir 25.000 toneladas de hidrógeno verde al año, lo que evitará casi 300.000 toneladas de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
Para saber más:
China y su apuesta por el hidrógeno
La contaminación de las baterías de litio
La planta de hidrógeno verde de Navantia y Enagás