¿Cuál es el objetivo de un seguro? Protegernos en caso de que nos ocurra un imprevisto. Pero hasta ese momento, ¿qué ocurre con nuestro dinero? Aunque no lo sepamos, muchas cosas.
Nuestro dinero se destina principalmente a tres finalidades: la primera de ellas, solucionar los imprevistos que les ocurren a otros asegurados -el 80% de la prima del seguro se destina a ello-; la segunda, cubrir gastos estructurales y pagar impuestos; y la tercera, realizar inversiones que permitan el crecimiento del sector.
¿Y en qué nos afecta que las aseguradoras inviertan nuestro dinero si lo único que necesitamos es que nos resuelvan un siniestro? Nos afecta y mucho. La inversión aseguradora apuntala su solvencia, y eso quiere decir que su capacidad de responder a sus compromisos no sólo se produce en el presente, sino también en el futuro. Más allá de garantizar el pago de los servicios a los asegurados, estas inversiones son también un sustento de primer nivel para el mercado financiero español.
Se realizan inversiones, aunque en menor medida, en acciones y fondos privados así como en parque inmobiliario
El sector invierte principalmente en deuda pública y en títulos emitidos por empresas españolas. También realizan inversiones, aunque en menor medida, en acciones y fondos privados así como en parque inmobiliario, lo que contribuye a dinamizar la economía general. Que la industria del seguro tenga buena salud, por lo tanto, genera una especie de efecto mariposa que envuelve no solo a sus clientes sino al conjunto del país.