En un mundo donde los recursos naturales se están agotando a un ritmo alarmante y los desafíos ambientales se vuelven cada vez más apremiantes, la necesidad de adoptar un enfoque más sostenible en todas las industrias es obligatoria. Una de estas estrategias revolucionarias es la economía circular, un modelo que se aleja de la producción y consumo lineales tradicionales, promoviendo en cambio la reutilización, el reciclaje y la regeneración de recursos.
La industria de la automoción
En esta industria, tradicionalmente dominada por modelos de uso intensivo de recursos y altas emisiones, la economía circular emerge como un foco de innovación y sostenibilidad. Al redefinir cómo se fabrican, utilizan y reciclan los vehículos y sus componentes, esta estrategia no solo promete mitigar el impacto ambiental del sector, sino también transformar radicalmente nuestra manera de movernos y conectar de una manera más amigable con el mundo que nos rodea.
El sector es responsable de una parte significativa de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y juega un papel importante en la contaminación del aire urbano. Además, el ciclo de vida tradicional de los vehículos y su producción masiva implican un consumo extensivo de recursos, a menudo no renovables, y generan una cantidad considerable de residuos.
Frente a estos desafíos, la economía circular ofrece una salida prometedora. Este enfoque no se limita solo a minimizar los daños, sino que busca transformar la industria desde dentro. Al cambiar la forma en que los recursos se utilizan y se gestionan en el ciclo de vida de los vehículos, la economía circular no solo aborda el problema de la contaminación y la escasez de recursos, sino que también plantea una oportunidad para reimaginar y rediseñar un sector más resiliente y adaptado a las exigencias de nuestro tiempo.
La adopción de prácticas circulares en la industria del transporte no es solo una medida ambiental, sino que forma parte también de una estrategia que ya están implantando muchas fábricas de automoción en todo el mundo.
Renault y su Programa de Fábrica Circular
Renault ha aprovechado su fábrica más antigua en Flins, Francia, para dedicarla al modelo de economía circular. Aquí, se reacondicionan automóviles, se remanufacturan piezas y se reciclan materiales. Este enfoque no solo extiende la vida útil de los vehículos y componentes, sino que también reduce significativamente la necesidad de nuevos recursos. El mensaje que envía es claro:
No es necesario desechar y achatarrar los coches. Es posible extender su ciclo de vida más allá de lo habitual. Y, cuando se planifica bien, también se puede reciclar un gran porcentaje de sus componentes.
BMW y el uso de materiales reciclados
BMW ha estado a la vanguardia en la incorporación de materiales reciclados en sus vehículos. Por ejemplo, el BMW i3 utiliza plásticos reciclados y materiales renovables, demostrando que el lujo y la sostenibilidad pueden ir de la mano.
Por ejemplo, el revestimiento del maletero del BMW i5 está fabricado con, al menos, un 50% de plástico reciclado. En el caso de las guías de los parachoques, la subestructura de los paneles de las puertas, la cubierta del deflector de viento y el marco del revestimiento frontal del BMW iX, esta cifra es incluso del 100%.
Tesla inventa su propio sistema de reciclaje
El fabricante estadounidense de baterías y automóviles eléctricos Tesla posee una Gigafactoría en Shangai. Allí se reciclan sus baterías con un sistema propio que posee la capacidad de procesar tanto los restos de fabricación de las celdas de las baterías como las baterías en sí, cuando su vida útil se acaba. De esta manera se recuperarán mineral como el litio y cobalto además del cobre, aluminio y acero utilizados en la fabricación de las celdas de la batería.
Nissan y España
El fabricante Nissan aprovecha sus baterías no para reciclarlas en la industria de la automoción sino para dar electricidad a Melilla, una ciudad de 15.00 habitantes, si tuvieran problemas en el suministro eléctrico.
Las baterías desechadas de Nissan se almacenan en las instalaciones que Endesa tiene en Melilla. Se interconectan y proporcionan una energía que se almacena en la fábrica española. Si la central eléctrica se desconectase por alguna razón, la energía almacenada por las baterías de Nissan podría dar electricidad a la ciudad durante 15 minutos, un tiempo más que suficiente para arreglar las causas del corte del suministro.
Como se ve, la economía circular no es un proyecto a futuro sino una realidad que cada vez se extiende más. Esperemos que estos ejemplos cundan en todos los fabricantes para que una de las industrias que más gases invernadero emite, vaya en ese grado de concienciación que nos lleve a cuidar el medio ambiente.
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