Aunque parezca contradictorio, no todas las personas viven plenamente en el presente. Algunas se quedan ancladas en el pasado, rememorando errores o acciones que las llevaron a situaciones penosas. Otras están obsesionadas con el futuro y la incertidumbre de lo desconocido. Incluso, las que viven en el presente pueden preocuparse demasiado por todo lo que se le viene encima.
Una reflexión valiosa sobre nuestra salud mental y emocional dice: “Si vives en el pasado, entrarás en depresión; si te preocupa el futuro, entrarás en ansiedad; si vives preocupado por el presente, entrarás en estrés.” Esta afirmación revela cómo nuestra relación con el tiempo afecta nuestro bienestar psicológico y nos guía hacia una vida más equilibrada y plena.
La depresión a menudo se enraíza en una preocupación constante por eventos pasados. Cuando nuestra mente queda atrapada en errores, pérdidas o traumas del pasado, experimentamos sentimientos de tristeza, culpa y desesperanza. Este anclaje emocional impide avanzar y disfrutar del presente.
Para combatir la depresión es crucial practicar el perdón, buscar apoyo y cuidar de nosotros mismos. El perdón, tanto a los demás como a nosotros mismos, libera las cadenas emocionales del pasado. Desarrollar una actitud de gratitud nos permite centrarnos en los aspectos positivos de nuestra vida actual, minimizando el impacto de experiencias negativas previas. Además, el autocuidado, que abarca tanto pensamientos como actitudes emocionales y físicas, es fundamental para recuperar la autoestima y el bienestar.
La ansiedad surge de una preocupación excesiva por el futuro. Nos inquietamos por lo desconocido, los posibles fracasos o desafíos que aún no hemos enfrentado. Este enfoque en el "qué pasará si…" nos mantiene en un estado constante de alerta y tensión, creando problemas que quizás nunca ocurran.
Para manejar la ansiedad, es útil practicar mindfulness y meditación. Estas técnicas nos enseñan a concentrarnos en el presente, a reconocer nuestros pensamientos ansiosos sin dejarnos dominar por ellos, y a desarrollar una respuesta más tranquila y equilibrada frente a las incertidumbres de la vida.
El estrés se produce cuando estamos agobiados por las exigencias del momento presente. Las responsabilidades laborales, familiares y sociales pueden acumularse, creando una sensación de presión constante. Vivir preocupados por cumplir con todo a la perfección convierte al estrés en un compañero habitual.
Para reducir el estrés, es fundamental establecer prioridades y límites claros. Aprender a decir “no” y delegar tareas puede liberar tiempo y energía. Además, incorporar actividades de autocuidado como el ejercicio, la alimentación saludable y el descanso adecuado nos ayuda a mantener el equilibrio y la resiliencia frente a las demandas diarias.
Vivir plenamente el presente es la clave para una salud mental óptima. No significa ignorar el pasado o el futuro, sino encontrar un equilibrio saludable: reconocer y aprender del pasado, planificar y prepararse para el futuro, y vivir en el ahora.
Además de todas estas técnicas, resulta recomendable la visita a un especialista que pueda dar una orientación más precisa gracias a su evaluación y diagnóstico. Un buen seguro de salud incorpora un cuadro médico especializado en este tipo de trastornos. La figura del psicólogo proporciona un espacio seguro y de apoyo donde los pacientes pueden expresar sus emociones y preocupaciones; ayudan a validar los sentimientos de los pacientes y a desarrollar estrategias de afrontamiento; educan a los pacientes sobre los mecanismos de sus trastornos y las formas de manejarlos, mejorando así su comprensión y capacidad para enfrentarlos; y permiten que los pacientes incorporen hábitos de autocuidado en su rutina diaria, promoviendo una vida equilibrada y saludable.
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