Los autobuses urbanos darán un giro radical los próximos años. La tendencia es que los peatones sean los máximos protagonistas de la ciudad y que el concepto de sostenibilidad esté por encima de todo.
Para que esté al servicio de los ciudadanos, la movilidad urbana debe cumplir cuatro objetivos: seguridad, rapidez, economía y sostenibilidad.
Estos cuatro objetivos los aborda mucho mejor el autobús que el vehículo privado, como veremos a continuación.
La siniestralidad frente al vehículo privado es muchísimo menor. Según la Confederación Española de Transporte en Autobús (CONFEBUS), viajar en autobús es veinte veces más seguro que hacerlo en nuestro propio coche.
En el año 2019 (en los siguientes el tráfico disminuyó por la pandemia), fueron 1.224 accidentes frente a los 66.741 causados por los coches en el ámbito urbano.
En este apartado, obviamente, gana el coche, pero aquí es donde se están haciendo muchos esfuerzos para que el trayecto en transporte público se aproxime al del coche. Se está aplicando la inteligencia artificial para crear rutas más flexibles y adaptadas a las necesidades de los ciudadanos, con frecuencias de paso óptimas y así reducir los tiempos del trayecto.
Aquí el autobús lleva una notoria ventaja. Sobre todo, en estos momentos de emergencia energética, el ahorro de combustible que supone el autobús es un punto vital, y solidario, a la hora de tomar una decisión.
Un autobús transporta las mismas personas que 60 coches. Eso le permite emitir 3,5 veces menos gases de efecto invernadero por pasajero. La ciudad tendrá así un aire mucho más limpio por lo que disminuirán, entre otras, las enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
Estos cuatro objetivos son los que tienen en cuenta los programas innovadores que se están desarrollando para conseguir ciudades más sostenibles.
Uno de estos programas es la creación del concepto Movilidad como un Servicio (en inglés, Mobility as a Service, MaaS). La idea es integrar en una aplicación todos los medios de transporte, públicos, privados y semiprivados de la ciudad, para dar el mejor servicio en términos sostenibles, económicos y de ahorro de tiempo. El autobús es el actor principal en este programa y toda la operativa se realiza a través de una tarjeta unificada (vale para todos los medios de transporte) y personalizada donde al final de mes es cuando pasan la factura.
Es decir, se trata de cambiar el modelo de pre-pago actual -ahora, al entrar en el autobús se paga el correspondiente billete- por el de post-pago -a final de mes se carga en una tarjeta visa todos los viajes realizados en ese periodo-. Es una forma de pago que ya se está está extendiendo en España. En esta tarjeta estarían todos los servicios de transporte urbano y, en el momento de elegir el billete o el servicio, como hemos dicho, no habría que abonar nada.
Otro programa en desarrollo es el transporte público a demanda. La idea es que los autobuses tengan rutas alternativas adaptadas a las necesidades de los viajeros. Esta idea es ideal para zonas de baja densidad de población o durante las horas valle.
Para seguir avanzando en el objetivo de la sostenibilidad, cada vez más ciudades incorporan a sus flotas autobuses eléctricos, de biodiesel y de hidrógeno.
Y lo más avanzado son los autobuses automatizados que ya están funcionando en varias ciudades españolas, aunque con pocas unidades y en periodos de prueba, pero que muy pronto darán un fuerte impulso a la movilidad sostenible, reduciendo la siniestralidad y mejorando la calidad del aire.
Fuentes consultadas:
Proyectos pioneros con autobuses de hidrógeno
El futuro del transporte público